Apuestas
hay de todo tipo, desde las más comunes como las que analizamos en este blog
hasta las más insólitas, como si nevará en Gran Bretaña el día de Navidad o si
el hijo de Andre Agassi y Steffi Graf –que aún no cumplía los tres años– ganará
un título en Wimbledon.
Hace unos días,
con la noticia de portada sobre la elección del nuevo papa, William Hill sacó al mercado una apuesta sobre su identidad. Y claro, como estamos hablando del monotema mundial, los medios de comunicación no tardaron en publicar la curiosidad.
La
noticia decía así:
"Roma, 11 mar (EFE).- La duración del cónclave, la identidad del
próximo papa o la fecha de su elección mueven enormes cantidades de dinero a
través de las casas de apuestas de Internet, según un estudio publicado hoy por
la Agencia Periodística italiana del Mercado del Juego (Agimeg).
De cara al cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI las casas de apuestas por internet hace su particular agosto al recibir, según se desprende del estudio de la Agimeg, apuestas procedentes de más de 50 países.

El cardenal más nombrado en las casas de apuestas es el arzobispo de Milán, Angelo Scola, que parte según los jugadores como favorito para suceder a Benedicto XVI, seguido por el ghanés Peter Turkson y el actual secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone.
Las apuestas en Internet van desde la identidad del futuro papa, la duración del cónclave hasta la fecha exacta en la que se producirá la "fumata blanca", la señal de que la Iglesia católica tiene nuevo pontífice. EFE"
No tengo idea de quién redactó esta noticia, pero a raíz de esto muchos periódicos digitales la copiaron textualmente y se quedaron tan panchos. ¿Qué ocurre? pues que el que la redactó cometió un pequeño error, y es que para el ojo clínico de un apostador habitual esas cantidades son una autentica barbaridad. ¡El capital de esa apuesta no es superior a 600.000 millones de euros, sino de 600.000 euros!
El
error del periodista es grande, pero lo es todavía más el de los lumbreras que
han ido copiando la noticia textual sin ni siquiera contrastar datos con la fuente.
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