martes, 19 de marzo de 2013

El cuento de la liebre y la tortuga



En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la que más rápidamente sacaba dinero con las apuestas. Por eso, constantemente se reía de la tortuga, ya que esta operaba demasiado lento.

-¡Miren la tortuga! ¡Eh, tortuga, no apuestes tanto que te vas a cansar de ganar dinero! -decía la liebre riéndose de la tortuga.

Un día, conversando entre ellas, a la tortuga, que había visto la manera de apostar de la liebre, se le ocurrió de pronto hacerle una rara apuesta.

-Estoy segura de que puedo sacar más unidades que tú durante un tiempo determinado -le dijo.
-¿Más que yo? -preguntó, asombrada, la liebre.
-Pues sí, más que tú. Empecemos el día 1 de este mes y que la prueba dure 30 días.

La liebre, muy divertida, aceptó.

Todos los animales se reunieron e iban anotando en una pizarra las ganancias/pérdidas de la tortuga y en otra pizarra las de la liebre.

El primer día de empezar la prueba, la liebre ganó muchísimo terreno, apostaba stakes muy altos al Bayern de Munich, Manchester, Barcelona, Madrid...estos equipos ganaban sus partidos sin demasiados problemas y el bankroll de la liebre iba subiendo considerablemente.

Por su parte, la tortuga se lo tomaba con calma, realizaba unos cálculos previos en los partidos y ligas que ella controlaba y apostaba donde veía valor. Como le llevaba mucho tiempo hacerlo correctamente, apostaba en menos partidos que la liebre y aunque su bankroll iba aumentando poco a poco, estaba a mucha distancia de esta.

La liebre, confiada en que su sistema de apostar a los favoritos sin preocuparse de stakes ni chorradas de esas era el mejor, decidió apostar a favor del Napredok contra el Teteks de la liga de Macedonia a una cuota de 1,05. Seguro que ganaría el favorito.

Sin embargo, el Teteks aguantó las acometidas del Napredok y consiguió un valioso empate a 0, por lo que la liebre perdió mucho dinero en ese partido, y veía como la tortuga la estaba alcanzando.
"No puede ser", pensó la liebre, "he de recuperar rápidamente el dinero perdido".

Así que se puso de nuevo manos a la obra, la liebre pensó que sería muy difícil que dos favoritos tan claros no ganaran sus partidos en un mismo fin de semana, y con estas cuentas de la abuela decidió apostar mucho dinero a favor del único encuentro que veía con esas características en ese instante: el Malacateco contra el casi colista Petapa de la liga de Guatemala a una cuota de 1,2, de tal forma que si ganaba recuperaba el dinero perdido e incluso ganaba un poquito.

La cosa no pudo ir peor. Resultó que el Petapa no era tan inferior al Malacateco como parecía en las cuotas, e incluso eran estos los que llevaban el peso del partido. La liebre estaba viéndolo y se comía las pezuñas de los nervios.

La tortuga por su lado seguía con la misma disciplina que hacía que fuera ganando poco a poco. Sus apuestas perdidas se las tomaba con calma, ya que tenía gran control sobre su bankroll y sabía que ella era buena apostando, por lo que a la larga las cuentas saldrían positivas. La palabra "recuperar" no figuraba en su vocabulario.

A la liebre parecía que le había dado un ataque al corazón. Había sucedido lo peor, el Petapa había marcado su gol y faltaban solamente 10 minutos para que el partido acabase. Con los ojos inyectados en sangre, se apresuró al apostar mucho dinero a favor del Petapa sin ni siquiera mirar la cuota a la que lo había hecho, de tal forma que si realmente acababa ganando el encuentro ni ganaba ni perdía dinero. Habría sido como una pesadilla.

El Malacateco, viendo que se les escapaba el partido, pasaron a atacar al Petapa a la desesperada y a falta de 2 minutos para el final consiguieron empatar, por lo que la liebre perdió una cantidad muy importante de su bankroll al acabar el encuentro empate a 1.

Ahora, no solo la tortuga le había pasado, sino que encima la liebre tenía mucho menos dinero que cuando empezó la prueba.

Hundida, la liebre decidió jugárselo todo a una carta y decidió volver a apostar en las ligas que ella conocía, y como necesitaba recuperar el terreno perdido decidió jugarse lo que le quedaba de su bank a la victoria del Chelsea contra el West Ham a 1,36.

¡Ay! eso era lo peor que podía hacer. El partido resultó ser más igualado de lo previsto y el West Ham incluso acabó ganando con un testarazo de Carroll, por lo que la liebre se arruinó y la tortuga ganó la prueba.

Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió varias lecciones que no olvidaría jamás.

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