Si
hablamos de apuestas curiosas en el mundo del juego, William Hill se lleva gran
parte del mérito al ser la bookie que aceptó en su día una apuesta de 10 libras esterlinas a
que el hombre pondría el pie en la luna antes de 1970, a una cuota de 1000 a 1.
Esta
apuesta fue realizada por David Threlfall, con tan mala suerte para
él que se estrelló con
el coche deportivo que compró con el dinero del premio y falleció.
Otra
apuesta fue la que organizó Jackie Gaughan en 1979. El evento consistía en
acertar sobre dónde caería exactamente el satélite de EEUU Skylab de 77
toneladas. Las probabilidades se pagaban 5 a 1 por lugares en todo el planeta incluyendo
los cinco Océanos. Un apostador se jugó 2.000 $ (12 a 1) que el Skylab
aterrizaría en la Unión Soviética. Otras posibilidades osadas fueron 100 a 1 en California o 2.000 a 1 a que aterrizaba en Rhode
Island. Finalmente el Skylab aterrizó en Australia. Las probabilidades de que
eso sucediera eran de 30 a
1.
Acercándonos
un poco más a la época actual, podemos hablar de algunas apuestas de los juegos
olímpicos del pasado verano.
Ladbrokes ofrecía once mil apuestas distintas durante los JJOO. Entre las posibilidades, se podía apostar a que los Juegos superarían el presupuesto que tenían previsto, que un atleta británico sería retratado comiéndose un Big Mac de McDonald´s, o que se acabarían los condones en la villa olímpica.
Una vez más, William Hill era la que ofrecía quizás la apuesta más rara de los Juegos: pagaba 1.000 a 1 si un ovni aparecía sobre el Estadio Olímpico durante la ceremonia inaugural.
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